- Editorial:
- GEDISA
- Año de edición:
- 2002
- ISBN:
- 978-84-7432-926-1
- Páginas:
- 240
- Encuadernación:
- RUSTICA
- Colección:
- Psicología
LOS PATITOS FEOS
LA RESILIENCIA: UNA INFANCIA INFELIZ NO DETERMINA LA VIDA
CYRULNIK, BORIS
INTRODUCCIÓN
Cuando uno está muerto y surge el oculto tiempo de los recuerdos
El fin del maltrato no es el retorno a la vida, es un paso que nos apremia para
iniciar una lenta metamorfosis
La mórbida amabilidad del pequeño pelirrojo
La adaptación no es lo mismo que la resiliencia. Es demasiado
costosa, pero permite salvar unos cuantos islotes de lánguida felicidad.
La creatividad de los descarriados
La adquisición del proceso de resiliencia se analiza aquí desde
tres puntos de vista: -la huella que dejan los recursos internos en el
temperamento, -la estructura de la agresión, y -la disposición de los
recursos externos en torno del herido.
Los lisiados por el pasado pueden darnos lecciones
Es necesario disponer de proyectos que permitan alejar el pasado y modificar
la emoción asociada con los recuerdos.
Hay que aprender a observar para evitar la venenosa belleza de las metáforas
No confundir el atestado, que es una construcción social, con la observación,
que es un método para crear.
CAPÍTULO 1: LA ORUGA
El temperamento o la rebeldía de los ángeles
De la sustancia que nos somete a Satán, al afecto de vitalidad que nos
encanta o nos pone furiosos.
La triste historia del espermatozoide de Layo y el óvulo de Yocasta
Los determinantes genéticos existen, lo que no quiere decir que el hombre
esté genéticamente determinado.
Gracias a nuestros progresos, hemos evolucionado, pasando de la cultura de la culpa a la cultura del prejuicio
Sentirse culpable en la edad de las pestes no es lo mismo que sufrir en la
época del embellecimiento de las técnicas.
De cómo aprenden a bailar los fetos
El primer capítulo de nuestra biografía comienza durante nuestra
vida intrauterina, cuando nos dejábamos arrastrar y dábamos cierto tipo
de brincos.
En donde se aprecia que la boca del feto revela la angustia de la madre
La transmisión del pensamiento se realiza en un plano material y configura
el temperamento del bebé antes de su nacimiento.
Hacer que nazca un niño no basta, también hay que traerlo al mundo
El sexo del niño es un potente vehículo de representación y cualquier
indicio morfológico evoca un trasfondo genealógico.
Los recién nacidos no pueden ir a parar a ningún otro sitio que no sea la historia de sus padres
Ya sea gruñón o sonriente, incluso el más mínimo de los actos del bebé habita
los sueños y las pesadillas de los que le rodean.
Cuando el marco en el que se desenvuelve el recién nacido es en realidad un triángulo compuesto por sus padres y por él mismo
Cada familia se caracteriza por un tipo de alianza que elabora un envoltorio
sensorial en torno del bebé.
El papá payaso y el bebé cómico
Cada vez que se encuentran, inventan un escenario al que incitan a subir a
todos los miembros de la familia.
Quiéreme para que tenga el coraje de abandonarte
Cuando un bebé tranquilo se convierte en un explorador, es porque su
entorno le sirve como campo base.
El andamiaje del modo de amar
Esa base de seguridad enseña algunos estilos afectivos.
Los orígenes míticos de nuestros modos de amar
Todo discurso individual o cultural construye el envoltorio sensorial que
enseña al niño su estilo afectivo.
Cuando el estilo afectivo del niño depende del relato íntimo de la madre
El discurso de predicción de la madre organiza los comportamientos que
moldean el temperamento del niño.
Una madre que recibe apoyo afectivo y tiene sostén social puede ofrecer mejores brazos
La simple presencia del padre modifica el psiquismo de la madre que alberga
al niño
Cuando los gemelos no tienen la misma madre
Todo tiene un significado en esa burbuja afectiva en la que cada cual
va diferenciándose
En el que se consigue observar cómo se transmite el pensamiento mediante los gestos y los objetos
Las proezas intelectuales se vuelven posibles cuando los padres, sin
advertirlo, hacen hablar a los objetos.
El congénere desconocido: el descubrimiento del mundo del otro
La perplejidad, la mirada, el dedo índice y la representación teatral preparan
a los bebés para sus primeras palabras.
Cuando las historias sin palabras permiten compartir los mundos interiores
El pequeño comediante modifica el mundo mental de quienes le quieren y
el niño intruso se hace aceptar mediante ofrendas alimenticias.
De cómo los estereotipos sociales privilegian determinados comportamientos del bebé
El sudamericano baila antes y el bebé alemán hojea los libros.
El humor no es cosa de risa
Es cosa destinada a transformar la angustia en fiesta emocional.
Los fundamentos del andamiaje de la resiliencia
En toda etapa -biológica, afectiva o social- es posible hallar una defensa.
Cuando la relación conjunta echa por tierra el andamiaje
El sufrimiento de la madre impide que el niño adquiera las conductas de
seducción.
Se conoce la causa, se conoce el remedio y, sin embargo, todo se agrava
Hay otras causas que intervienen, pues los determinismos humanos son de
corta duración.
Virginidad y capitalismo
El himen era una rúbrica de la paternidad, hoy el ADN denuncia al padre.
El padre precoz es una rampa de lanzamiento
Un macho puede ser sustituido por una jeringuilla de fecundación, pero un
padre ha de ser de carne y hueso para promover la confianza.
Cuando el Estado diluye al padre
¿Es concebible una sociedad sin padres?
Duelos ruidosos, duelos silenciosos
Al silencio de la desaparición se añade el ruido de la representación.
Resiliencia y conductas de seducción
La búsqueda afectiva depende de la generosidad de los adultos que brindan
cuidados.
CAPÍTULO 2: LA MARIPOSA
A los monstruos no les gusta el teatro
No habría cinismo peor que el de decir las cosas como son. Afortunadamente,
decir es ya una forma de interpretación.
¿Es posible pensar en la carambola psíquica?
Toda conmoción provoca una desorganización que las culturas han
encontrado muy difícil pensar.
La emoción traumática es una conmoción orgánica provocada por la idea que se tiene del agresor
Perdonamos a una catástrofe natural, pero revivimos incesantemente la
agresión de un grupo humano.
Lo que otorga al golpe su poder para provocar traumas es el estilo de desarrollo de la persona herida
No podemos encontrar sino aquellos objetos a los que nos hemos vuelto
sensibles por la acción de nuestro entorno.
La adaptación que protege no siempre constituye un factor de resiliencia
La sumisión, la desconfianza, la glaciación son defensas adaptadas, pero la
resiliencia exige la creación de un nuevo mundo.
Cuando un combate heroico se convierte en mito fundado
María Callas, "la divina", la voz del siglo si sólo nos fuera permitido elegir una, fue una niña que languidecía abrumada por las carencias afectivas en un centro de acogida en Nueva York...
Georges Brassens, un chico descarriado, debe a su profesor de bachillerato el descubrimiento de la poesía que daría una nueva salida a su rebeldía...
Estos casos de resiliencia son célebres. Todos ellos fueron capaces de volver a empezar después de haber sufrido una experiencia traumática durante la infancia. Boris Cyrulnik nos ofrece una visión alternativa y razonablemente optimista a las actuales teorías sobre el trauma infantil y sus efectos dañinos, incluso irreparables. A través de ejemplos de personajes famosos, y también de pacientes de su propia práctica clínica, nos muestra la existencia de un mecanismo de autoprotección que, "amortiguando" la mayoría de las veces el choque del trauma, se pone en marcha desde la más tierna infancia, primero mediante el tejido de lazos afectivos, y más tarde a través de la expresión de las emociones. Debido a los fuertes vínculos con el mundo que los rodea, las niñas y los niños sometidos a malos tratos y abusos pueden valerse de una especie de "reserva" biopsíquica que les permite sacar fuerzas de flaqueza. Pero esto sólo es posible, sobre todo, si el entorno social está dispuesto a ayudarles.
No es por azar que Boris Cyrulnik haya sido la primera persona en Francia en interesarse por el fenómeno de la resiliencia. Con tan solo seis años de edad consigue escapar de un campo de concentración, de donde el resto de miembros de su familia, rusos judíos emigrantes, jamás regresaron. Empieza entonces para el joven huérfano una etapa errante por centros y familias de acogida. A los ocho años la Asistencia pública francesa le instala en una granja y a punto está de hacer de él un niño granjero analfabeto; pero se convierte, sin embargo, en un médico empeñado en entender sus propias ganas de vivir.